LA AUTENTIFICACIÓN ECLESIÁSTICA

Los Durante siglos bastaba la antigüedad o la tradición para comprobar la autenticidad de las reliquias.  Los cuerpos de los santos eran conservados en preciosos relicarios, sobre sus sepulcros se construían santuarios y hacia ellos acudían los fieles desde los primeros siglos.

A raíz de la revuelta protestante de Martin Lutero  y el desprecio que este manifestaba hacia el culto de las reliquias por considerarlas inútiles y muchas de ellas falsas, la Iglesia tomo decisiones importantes en el Concilio dogmatico de Trento. El Concilio dictamino que las reliquias debían estar autentificadas y lacradas. Desde entonces los relicarios y las urnas son selladas con hilos de seda roja sobre los cuales se coloca el sello de cera española con  el escudo de la  autoridad competente, generalmente es un obispo o el postulador de una congregación religiosa. Además de estos sellos que tienen como finalidad evitar que se saque del relicario la reliquia o se incluya una nueva sin que se rompan los sellos, la Iglesia pidió que se emitiera un documento que atestiguara la validez y cualidad de la reliquia, este documento se llama “authentica” y está redactado ordinariamente en latín con los sellos y firmas de quien emite el relicario.

A pesar de que la Iglesia  tomo en consideración estos puntos para evitar la falsificación de reliquias y anatemizar con excomunión a quien emitiera reliquias falsas o a sabiendas las expusiera a veneración publica, a partir del siglo XIX y en especial en la segunda década del siglo XX,  en la vorágine de la crisis del Concilio pastoral Vaticano II, la falsificación de relicarios regreso debido a la ignorancia, el desprecio y la indiferencia de los clérigos.

Hoy circulan en internet a la venta innumerables relicarios con reliquias falsas que imitan los sellos de autenticidad, para contrarrestar esto hay grupos católicos que bajo la autoridad de la Iglesia descubren y denuncian los fraudes de estafadores. Lamentablemente hay ilusos que compran a precios estas falsificaciones. Hay quienes a pesar de darse cuenta de la estafa continúan exponiendo a culto tales relicarios, esto es un abuso y un pecado grave. En caso de que exista duda seria de la veracidad de la reliquia se recomienda retirar del culto el relicario en tanto se descubra la naturaleza de la misma.

Si se ha obtenido una reliquia y se tienen dudas de su origen se recomienda hacer una exhaustiva investigación y aceptar el veredicto que expertos o autoridades competentes dictaminen.

Toda reliquia debe tener por tanto sellos legibles e intactos, documento de autenticidad y certeza de origen. En base a los sellos y al documento se puede rastrear el origen de la reliquia.


Ejemplo de una “authentica”. En forma declarativa y con autoridad que respalde al firmante (obispo, postulador o canciller diocesano) se emite el documento en latín. Incluye primeramente el nombre del emisor y sus referencias. Luego se presenta la declaración a todo el que lea el documento, el nombre del santo o beato, la naturaleza de la reliquia y la característica del relicario o teca. Se termina con la fecha y la firma. Algunas de ellas incluyen un número de registro que aparece grabado también en el relicario.


Detrás del relicario debe aparecer el sello de cera española que concuerda con el de la “authentica” así como los hilos de seda roja los cuales garantizan la inviolabilidad del relicario. Algunas autoridades eclesiásticas colocan detrás también el número de registro para cotejarlo con el del documento.

Está prohibido por la Iglesia exponer reliquias para veneración pública o litúrgica sin los sellos que la resguarden y sin el documento de autenticidad. En caso de que el documento se extravié se tolera la veneración previa verificación de los sellos.


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